un orgasmo


Llevo muchos días seguidos trabajando demasiadas horas. He llegado a un punto en el que mi cerebro no funciona como lo hace siempre. Me da sorpresas. A veces parece que se resbala y me mareo un poco, y otras palpita, como empujando por salir de mi cabeza. Y hoy, hoy me ha ocurrido una cosa muy extraña. Iba a cruzar la redacción del periódico, llevaba un yogur en una mano y en la otra una cuchara. Entre gritos, risas, pantallas, luces que se encienden y se apagan, pasos y dedos tecleando, abro el envase y avanzo, me llevo el cubierto a la boca, alguien me empuja, y de pronto, en mitad de un sitio tan feo, con tanto polvo, en ese espacio cerrado con el aire viciado, se me cae una gota helada sobre un pezón, un escalofrío me recorre todo el cuerpo y se me abre el cerebro. Cierro los ojos, respiro profundamente, sonrío de placer, y vuelvo a la realidad sin que nadie se haya dado cuenta de que casi tengo un orgasmo.