El amor no es una cosa intangible...

Anduve revolviendo los estantes de Apirronarse y me encontré con Mariana Baraj. Esa piba está del moño, su disco Deslumbre es, valga el retruécano, brillante.

Sin embargo, Mariana me produce en una canción un cierto malestar. Su versión de Dorotea la cautiva, la historia de la mujer blanca que se declara india “por amor”, aunque musicalmente cautivadora, tiene algo que me desconcierta.

Mientras la escucho, voy cantando la canción, que me la sé desde que era así de chiquitito, y, cuando llega el estribillo, mi memoria se tropieza. Dice Mariana:

Me falta el aire pampa y el olor
De los ranqueles campamentos
El cobre oscuro de la tierra, mi señor...


Epa. Mi memoria dice otra cosa. Mi madre tiene el vinilo de Mujeres Argentinas, una pieza de colección a estas alturas, con las versiones grabadas en el 69 por Mercedes Sosa (donde está esa poderosísima cueca que es Juana Azurduy). Yo, de niño, me ví cautivado por muchas horas por ese disco, en el que Ariel Ramírez se manda la jodita, un poco petulante pero con todo inaugural, de incorporar un clave a la paleta tímbrica del folklore.

Mi memoria dice:

Me falta el aire pampa y el olor
De los ranqueles campamentos
El cobre oscuro de la piel de mi señor...


¿Por qué importa ese cambio? ¿Qué hace Mariana cuando cambia la piel por la tierra? Por lo pronto, da por tierra con el erotismo de la canción.

Sí: erotismo. Capaz que ustedes piensan que estoy loco al suponer erotismo en una pieza de Ramírez-Luna, pero vean: cuando Dorotea le dice al Capitán que ella quiere volver al sur, no evoca un marido contenedor, comprensivo, empático, tierno. No, señores, evoca la piel de su señor.

Dorotea es sensual (“me falta el aire pampa y el olor...”) y ama a su indio por una cuestión de “piel”.

Felix Luna estará a la derecha de más de uno, pero no come vidrio y no imaginó a su cautiva enamorada de versos y poemas. Y yo, ya de pendejo, reparaba en que esa mujer blanca reclamaba el cobre oscuro de una piel...

Dorotea no nos deja dudas: “un alarido de malón / me reclama la piel”. Piel otra vez. Dos veces, y acá, aunada a un grito, un alarido. Insisto: Dorotea es sensual.

Mariana opera para cambiar un aspecto para mí esencial de esta letra y, para que la cosa le quepa en el metro, se vé forzada a interponer un silencio allí donde Mercedes Sosa cantó un legato (“el cobre oscuro de la tierra / mi señor”, contra “el cobre oscuro de la piel-de-mi-señor”). Legato: todo un signo, pensando en Dorotea..

Mariana decide que lo que Dorotea extraña es la tierra (¿un terruño, una patria?). Lo parió. Es una operación que no me hubiera sorprendido del propio Félix Luna, pero... en fin.

Me entristece: Mariana Baraj hace, y no llego a entender por qué, una versión de Dorotea la cautiva más conservadora que la de Félix Luna.

Dobleces con que a veces uno se topa.



Las versiones de marras:

 La de Mercedes Sosa (pseudo video en Youtube):



La de Mariana Baraj:





(Digging the tube: cual Casero experimendo al revés, una versión no necesariamente linda de Dorotea la cautiva.... ¡en japonés! -¿cómo habrán traducido "huinca"? http://www.youtube.com/watch?v=zeS8YDqFLik)